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martes, 20 de abril de 2010

Algo nuevo



¿Cuántas veces no hemos presenciado una cosa magnifica y no le ponemos atención por estar pensado en otra cosa y la dejamos pasar? Todo el tiempo estamos pensando en algo que va a pasar, que pasó, alguna solución, etc. Y más en estos tiempos que todo el tiempo necesitamos estar conectados, informados, y de más. Pero ¿Hace cuánto no te regalas una tarde, desconectándote del mundo exterior, de la chamba, la escuela, la familia, etc.? Cada vez es más difícil, vivimos más acelerados y todo está al alcance de tu mano.

Hace tiempo estaba exhausto de la chamba, escuela, familia, fiestas y demás que ya no sabía ni qué hacer para despejarme, así que tome un camión y sin más me fui a Morelia solo. Cuando llegué sentí una libertad y una tranquilidad que en pocas veces en mi vida he sentido. Sin presiones de compromisos ni nadie que me presionara, horarios, etc. Era mío ese fin de semana y nada más. Nunca antes lo había hecho, llegar a un hostel para alojarme solo, además de que pedí cuarto comunal, compartiéndolo con unos paisanos que no conocía, en una ciudad que lo único que conocía era un antro donde pasé una noche tremenda meses antes y donde conocía a un cuate y una amiga.

Puede parecer raro, pero ha sido de los mejores fines de semana que he tenido, de repente comencé a disfrutar cada momento poniéndole atención a mi alrededor y cada vez que volteaba la mirada a un lado, algo me causaba curiosidad y asombro, y no era por estar en Morelia o donde estuviera, lo que pasaba es que había dejado de ver las cosas detenidamente. Sin tomarme el tiempo de observarlas y asombrarme de éstas.

Muchas veces veo a los niños que se divierten y se asombran de las cosas más sencillas y absurda, ya sean burbujas, globos, etc. No no comprendo cómo puede una cosa tan sencilla y absurda ser tan genial, y es cuando me doy cuenta que el absurdo soy yo, y que deje de asombrarme de la vida, preocupándome y enfocándome en otras cosas dejando de disfrutar cada momento.

Cada vez estoy más convencido de que todos tenemos guardado el niño que algún día fuimos o quisimos ser, algunos muy pero muy guardado y otros más a la superficie, que en cualquier momento sale a relucir con alguna cosa absurda, boba, inocente o que sé yo, pero dejando ser ese niño. Veo a mi abuelo a sus 77 años y me impresiona que de vez en cuando hace unos comentarios o alguna cosa que te sorprende, que hasta llegué a decir: mi abuelo es mas inmaduro que mis cuates al igual que su hermano de 75 años, te sorprenden y te das cuenta que “los hombres no dejan de jugar cuando envejecen, si no que envejecen porque dejan de jugar.”
Escrito por: El Comal

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