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jueves, 20 de junio de 2013

¿En qué te has convertido?


El segundo de una familia disfuncional, un muchacho al que siempre le gustó ser el segundo lugar, el que de niño jugaba a perder, el que sufría por dentro ser el malo la escena y por fuera disfrutaba con una sonrisa irónica ser insultado y abucheado por la gente. Indisciplinado por naturaleza, irrespetuoso de las mejores maneras, sobreviviente  de sus circunstancias; antagonista de su historia, el terror de sí mismo...grande introducción para una persona, ésta una parte de su historia.

El tipo éste nació en un hospital de esos nice donde sólo acude la gente bien, en aquel entonces (para el 89) sus mayores habían sido prósperos y le habían otorgado el premio de haber nacido en buena cuna; sus días comenzaron mal, cuenta la abue con una sonrisa nerviosa que tras sólo 3 días de haber nacido pudo haber sido cambiado de familia toda vez que una de esas bonitas enfermeras cambió al niño por una niña, dándose cuenta de esto la familia del personaje de ésta historia hasta 45 metros después de la salida del hospital.

Creció con balones y pelotas a su alrededor, era amante de su azotea, una impermeabilizada de la que los vecinos juraban caería un mal día porque el cabrón ese se la pasaba ahí como sintiéndose rey de la cerrada. Siempre con sus shortsitos, tenis y gorra caminaba como si nada más existiera, sólo como un niño corriente. Dicen los vecinos de aquella cerrada que era el tipo más grosero del rumbo, se dice que no se la mentaba a él mismo porque hasta ese momento no entendía cómo funcionaba.

Mal parecido.  Como él no había otro, auténticamente creció viendo problemas, gritos, serenidad, sinvergüenzas, irresponsables, tímidos, aprovechados, hombres, mujeres, viejos, animales,  vientos, fe, emblemas, promesas, palabras y su favorito: la ropa interior de la vecina.

En cuatro párrafos dejó de ser niño y brincó a ser joven, uno bien atípico para su entorno; seguro bien fittable en algún otro lado y ahí en esa transición de rebeldía a lo paternal tocó por primera vez lo que él entendía quería ser…olvidó la diversión del niño y comenzó con la obligación de luchar por sus metas a corto plazo. Intentó con los deportes y dicen que en algún tiempo lo hizo bien, intentó con las artes y lo poco que se le dio fue la escribida, perdón, la escritura.

Mantuvo el ritmo acelerado del crecimiento o el avance más bien de edad porque de estatura es too short. Cambió de educación a una muy cerrada donde aprehendió bien y de gente muy confiable, sin embargo por ahí de los 14 comenzó con las dudas más complicadas y propias de la edad: ¿por qué? Retó a las autoridades de la filosofía y obviamente perdió, perdió tiempo, dinero y muchas otras cosas que como los centavos, quizá no sean tan importantes para contar.

En esos entornos cómodos y sin miserias reconoció a gente muy poco agradable, de esas que se escudan en algún movimiento de fe o peor aún, algún cargo importante de dirección escolar para justificar o validar sus acciones y comentarios. Con base en eso empezó a perfeccionar su herramienta más mortal: La mirada.

Con la mirada vinieron los catálogos y las apreciaciones subjetivas, mismas que por naturaleza y obviedad se convirtieron en objetivas, o al menos él así lo creía. Detestaba a la gente pretenciosa, a los soberbios, a los patanes, a los que tenían el mando, a los mandones y con ese sentimiento tan nauseabundo (aunque suene a Sartre) se convirtió en uno de ellos…y para ese tiempo vino el segundo acercamiento de lo que él desconocía pero presentía sería su futuro.

Si su vida tuviera un a priori y un a posteriori ¿cuál sería? El movimiento de ciudad; alejándose de la gran capital llegó a la ciudad que huele a piel y sabe a piel y su gente tiene piel y sus edificios también tienen piel. La ciudad del rey de la selva: Tarzán, ah no no, León. (ya con eso tienen una idea sobre quién se escribe).

Durante sus último años en la ciudad conoció la fiesta fiesta fiesta de verdad y no estupideces de pool parties ni carnes asadas, por ende también omitan reunioncitas chafas. Dándose cuenta que esa no era realmente su prioridad se alejó del mundo de los djs, vjs y lo que incluyen esos conceptos; pero de ahí se quedó con lo más importante que cualquier persona puede presumir: 2 3 4 amigos.

Ya en la ciudad de tarzán cambiaron todas sus estructuras, llegando a ser un sujeto bien aburrido que no iba a fiestas, entregaba sus tareas, asistía a clases, ponía atención, criticaba a sus maestros (…momento, qué no todos los estudiantes son así?). Huyó de una institución académica y se acercó a una segunda donde como la nba WHERE AMAZING HAPPENS cualquier estudiante puede egresar, sólo es cuestión de pagar las colegiaturas de manera oportuna.

¿Cómo concluiría éste escrito? La decisión más grande de mi vida. Ya en primera persona porque aquel que escribía esto tuvo que ir a tender ropa. La decisión más grande de ésta mi vida, llegó en la cama, sí en aquel lugar donde todos queremos estar y descansar de un día ¿cómo? Tras dos días de no poder levantarme de ella, con cierto tipo de molestias indescriptibles y sin posible justificación. Tras una llamada de mi madre, comenzó mi transición hacia el campo de la fe, uno de raíces bien amargas pero de frutos tan dulces como el maracuyá. Ya para el 23 de julio del 2010 mi vida se transformó en lo que ahora soy ¿bueno o malo? Eso sólo los demás lo deben calificar.

La esencia no cambió, lo que cambió fueron las estructuras personales. Esa parte de reconocerse unidad y nada ante un ente más grande o quizá muchos más entes. Una decisión trascendental en la que encontré una respuesta a todos los paradigmas, a esas preguntas incómodas que empiezan con un por qué, a la perdida progresiva de la vista, al acoplo a sillas incómodas y a lugares impensables. Reconozco una apertura a la sabiduría de los viejos, a la agilidad de los jóvenes, a la picardía de los innovadores, a la estupidez de los más, a la tranquilidad de los menos, a mí: la novedad.

En qué consiste o dónde estuvo ese cambio, la respuesta es corta y sencilla, la explicación es envolvente y desquiciada: Hoy IFA es un compromiso que he acatado con un grado de irresponsabilidad y con ese asombro de que la gente comenta cuando algo le es desconocido, aquellos que desconocen no están obligados a entenderlo y quien pertenece a esto sabe de los alcances de esto…

Como dicen los viejos: Hasta al más tonto, siempre hay algo que aprenderle (y si algo les sirve de esto pues quédenselo).