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miércoles, 27 de octubre de 2010

Te lo confieso

Soy exitosa en todo lo que hago, monetariamente tengo remanentes depositados en instituciones bancarias, en la calle cuando me ven todos me buscan la cara para saludarme, en cualquier lugar se ofrecen para abrirme la puerta del carro así como de la entrada principal, no me llaman por mi nombre sino por mi título “licenciada”, algunas personas han hecho hasta lo imposible por quedar bien conmigo, tengo una familia que cualquier otro envidiaría, el que supone ser mi prometido es todo lo que había querido desde hace muchos años, mi vida era todo éxito, felicidad, mieles y rosas. Sin embargo y pese a todo lo anterior, mi vida cambió desde que te conocí.

Mi vida representaba la rutina que me hacía feliz, eran números secos y sinceros que sólo mostraban objetividad, era la repetición de lo mismo una y otra vez, era lo que me hacía sentir plena, era lo que sabía hacer de manera cabal, era lo que me hacía ser yo misma, era lo que carecía de sentido, era a lo que me había inclinado todo lo que aprendí desde niña, no obstante llegaste a mi vida y me volviste loca.

Cambiaste todas mis estructuras, me enseñaste que no todo era lo que yo creía, reconociste mis debilidades en todo su esplendor, me mostraste cómo era realmente, me abriste los ojos a algo que nunca quise conocer, me hiciste diferente, me tornaste terca, me volviste ofensiva, me hiciste renacer, me reviviste en algo que hasta ahora me cuesta trabajo reconocer.

En casa todo ha ido igual, mi prometido no deja de llamarme para saber cómo está su princesa, mi madre y padre no dejan de ponerme atención a todos los actos que realizo, mi trabajo ha disminuido en cantidad y eso me está trayendo ratos de ocio. Mis momentos a solas están siendo un infierno porque mientras debería estar pensando en mi prometido y en la familia hermosa que tendremos sólo puedo pensar en tí.

Tú tienes la culpa de todo ¿Por qué tuviste que aparecer en un momento tan poco indicado?, ¿Por qué no me dices que nos vayamos juntos a no sé dónde?, ¿Por qué no me puedes tan sólo querer aunque yo te ame? Dímelo por favor, contéstame, dime algo, dime mentiras, dime que soy sólo para tí y que no te comparto con nadie más.

La única verdad es que a veces sueño contigo y además de eso cuando como pienso en ti, al momento de estudiar tú eres mi objeto de estudio, cuando estoy con mis padres analizo cómo sería estar contigo en todo momento, cuando estoy con mi querido siento tus brazos alrededor de mí, cuando me pide un beso siento que te lo estoy dando a tí, cuando me toma de la mano deseo que fueras tú el que me tomara.

Debo reconocer que me estás haciendo mucho daño, me dan celos verte con alguien más, me causa terror verte platicar con las demás, no tolero ver que tus compañeras del trabajo te abracen frente a mí, no soporto la idea de que estés cerca de cualquier otra que no sea yo, me causa pánico siquiera pensar que estás con alguien más, no podría soportar verte feliz sin mí a tu lado. Y es que fueron tus abrazos que como sablazos me hicieron pedazos, afiladas todas tus miradas me dejaron destrozada y en llanto inundada. Ya no quiero ir hacía ti corriendo, ya no quiero escuchar tu nombre.

Déjame ser feliz a mi modo, no me quites más mi tiempo, no pretendas que te voltee a ver porque dejar de hacerlo sería como aniquilar todo mi ser cuando lo único que pretendo es encontrar la ruta de tu alma y seguirte amando. Podría seguir desnudando mis sentimientos pero qué chiste tiene hacerlo si tú jamás entenderás mis razones, qué sentido tiene seguir haciéndolo si yo sé que somos imposibles.

Sé que no debo decir lo que dicta mi emoción, sé que gustas de mí y no sé por cuál razón. Los celos me siguen matando, quiero estar cerca de ti y mi amor te está esperando. Yo te quiero hacer feliz. Quisiera decirte tantas cosas pero ya sé que la vida es así. No me atrevo a decirte toda la verdad, sólo quédate sentado donde estás hasta el fin como si nada así quizá podrás notar mis miradas. Tú me desesperas, ya no me puedo controlarme, daría la vida entera por poder besarte pero tan solo puedo mirarte. Mala suerte la mía porque si pudiera hablarte te diría lo que siento pero ahora tan solo puedo mirarte con mi corazón agonizante.

Sólo me resta desear que encuentres alguien que te haga sentir lo que yo siento cuando te veo o cuando escucho tu nombre. Que sientas mariposas en el estómago y que día a día mientras tengas la dicha de verla te enamores de ella tanto o más como yo de ti. Mientras tanto yo seguiré con mi vida de éxito y trataré de sincerar mi corazón de ahora en adelante para que no me vuelva a suceder todo esto, cuestión imposible porque otro como tú jamás en la vida.

martes, 26 de octubre de 2010

La vida.

Tengo veintiún años de edad a través de los cuales he pasado las mejores y las peores. He visto cómo muere mi padre, como llora mi madre y las lamentaciones de mis amigos. También he conocido lo que es el hambre espiritual, las carencias afectivas e inclusive la amistad fingida. No todo en mi vida ha sido malo, he conocido a personas que me han demostrado cómo se debe vivir la vida.
Dentro de aquellas personas podría enunciar a muy pocas, sin embargo debo recalcar que mi hermano y mi madre han sabido cómo demostrármelo sin siquiera decírmelo. Mi hermano con el ejemplo me ha enseñado a salir adelante, no es un sólo salir por salir sino desde el abismo subir al tope y mantenerte ahí. Mi madre me ha ilustrado en cuestiones que no le correspondían, es como mi mejor amiga. Nos sabemos todos los secretos inclusive aquellos que aparentemente sólo debería saberlos ella.
Me he forjado en distintos ambientes, tengo la capacidad de convivencia con diversos tipos de persona. Creo que todo está basado en el respeto. Así como puedo platicar de deportes con algún aficionado a los mismos también puedo participar en un tema como la conciencia o el alma misma.
Dependo emocionalmente de mis allegados, la verdad es que soy muy sensible a lo que sienten aquellos que me rodean. Me cuesta trabajo demostrar mis sentimientos puesto que la verdad muchas veces prefiero ser sincero conmigo mismo y no demostrar lo que no siento. Me cuesta trabajo mantener amistades puesto que siempre me salen con una mala jugada o simplemente no me parece cómo entienden la vida aquellos que se consideran mis amigos.
Aparento una fortaleza indestructible sin embargo debo sincerarme y decir que a veces hasta algunas películas me hacen sentir humano, muchas veces prefiero callar lo que pienso y no por el “qué dirán” sino por cuestiones personales de soberbia o quizá de egoísmo. Desde hace poco tiempo he elegido vivir la vida, tomar los riesgos, vivir mi esencia al máximo, tratar de respirar profundamente, reír a carcajadas, abrazar a mi madre, decirle cuánto me gusta ser su hijo, admirar a mi hermano, correr hasta agotarme y tirarme en el pasto hasta que sienta esa comezón que produce el mismo cuando has pasado mucho tiempo sobre él.
Soy antípoda de la clase media, aunque yo pertenezca a ella jamás me sentiré identificado porque simplemente no soy igual que los demás. Tengo defectos y virtudes, soy antipático en lo que no me gusta. Me parece poco trascendente lo que muchas otras personas hacen, quizá esas otras personas piensen lo mismo de mí. La verdad es que no me interesa mucho la opinión de los demás salvo las honrosas excepciones. Soy testigo de la grandeza de las personas y de las debilidades de las mismas, soy la personificación de lo que no se debe ser ni hacer pero aun con todo lo anterior estoy más que satisfecho conmigo mismo, todo lo demás son puras joterías.

martes, 12 de octubre de 2010

Mi niño


Cuando era niña corría tras mi madre cuando ella salía por el mandado, lloraba cuando caía de rodillas al suelo, reía cuando veía las caricaturas, acompañaba a mi hermana a todos lados aunque ella no quisiera.


Pasaron los años y llegó mi juventud, para mi pesar dejé de ser niña y me convertí en toda rebeldía. Lo que decía mamá eran puras cosas de viejitas, mi hermana se fue de casa porque nunca toleró que papá le diera ordenes. Mamá se iba haciendo más viejita y más regañona y yo estaba conociendo el amor de la manera menos recomendable.

Cumplí quince años y me convertí en mujer, me enamoré del que se suponía sería el hombre de mi vida. Cuando lo conocí me pareció el más guapo de todos. Él había dejado la escuela para trabajar y así ayudar a mi suegra, eso me

pareció un detalle conmovedor que sólo contribuyo a que yo cayera perdidamente enamorada, a mí me parecía distinto a los demás, él llegaba de su trabajo e inmediatamente atendía las súplicas de su progenitora ¿Cómo me iba a negar a ser la mujer del hombre con el que siempre había soñado?

Yo sabía los horarios de mi príncipe. Sabía de qué camión bajaría y a qué hora lo haría, en principio le buscaba la cara e intentaba hacerme la importante frente a él. La verdad es que esa estrategia no resultó del todo bien. Luego pensé en llamar su atención exhibiendo mi femineidad, táctica que tampoco resultó. Desesperada de intentarlo una y otra vez estuve a punto de desistir a la conquista, entonces se me ocurrió la mejor idea de todas: Hacerme amiga de su madre. Mi suegra era toda humildad, tenía rasgos indígenas hermosos, ella morena de un metro con setenta, muy fuerte, cabello blanco, pobre económicamente abundante espiritualmente.

Mi nueva madre y yo nos hicimos las mejores amigas del mundo. Ella me hizo comprender que mi rebeldía no significaba otra cosa sino molestia con la vida, cuestión que a sus ojos era respetable mas ahora recuerdo que ella insistía y re insistía en cuestionarme si realmente tenía algún motivo para estar molesto con la hermosa vida. Las visitas a casa de mi amado eran constantes y me convertí en una imagen constante en esa casa.

Debido a la constancia y a mi cambio de actitud cumplí mi objetivo: Comencé a salir con el que hasta hace pocos días significaba todo para mí. Mi madre y yo hicimos las paces, mi padre peleaba contra una enfermedad que los médicos nunca pudieron descifrar y yo me sentía ya toda una mujer a mis dieciocho años de edad.

Como me hubiera gustado que papá me llevara al altar el día de mi boda, como me habría encantado que mi hermana hubiera estado con nosotros ese día, como me hubiera gustado que mamá no me dijera las palabras que me hizo saber minutos antes de casarme. Yo entendía que no todo en la vida podía ser bonito y todo lo anterior me fue compensado al escuchar que el hijo de mi amiga, el amor de mi vida y mi esposo me aceptara en sagrado matrimonio ante la ley de Dios.

Me aparté de los brazos de mi madre y comencé mi vida matrimonial con mi marido. Los primeros dos años fueron de color rosa, él llegaba a casa con una sonrisa de oreja a oreja casi todos los días. Si no llevaba pan nos sacaba a mi suegra y a mí para cenar algo en la calle. La verdad es que no me hacía falta nada, yo me daba cuenta cómo me entregaba todo el dinero que ganaba para que alimentara y vistiera a nuestro hijo.

El pequeño había nacido justo un año después de habernos casado, por decisión de su padre nuestro hijo lleva el mismo nombre de su tío que fue el que le había enseñado cómo ganarse el pan de cada día. La verdad es que mi niño se parece en todo a su papá y aunque yo sepa que no es cierto me gusta hacerme a la idea que se parece a mí.

Cada domingo me levantaba por las mañanas a hacerle el desayuno a mis amores, todos nos apresurábamos a hacer nuestras cosas para ir a misa. Lo mínimo que podía hacer para agradecer todo lo que tenía era ir a la casa del Señor. Nuestra relación como pareja no había cambiado en nada. Él trabajaba mientras yo educaba a nuestro hijo y cuando nos veíamos nos disfrutábamos todos.

Ya tenía yo un par de años más cuando un mal día se me ocurrió la estúpida idea de ir a visitarlo al trabajo. Él por supuesto no sabía de la sorpresa. Encargué a nuestro hijo con mi suegra, tomé el camión y arribé al lugar donde desempeñaba sus labores. Me cuesta mucho trabajo escribir lo que sucedió, la verdad es que me gustaría contarlo de manera oral. Como sé que es imposible hacerlo les contaré lo que sucedió: Al momento de llegar a ese maldito lugar inmediatamente pregunté por él, sus compañeros tratando de cubrirlo dijeron que lo habían mandado a otro lado a trabajar ese mismo día. Yo impaciente seguí buscándolo hasta que lo encontré de una manera muy amistosa con la que se suponía era mi hermana, digo que suponía serlo puesto que el día de mi boda mamá me había dicho que en realidad ella no era mi madre sino que yo era su sobrina, mi verdadera madre había muerto el mismo día en que yo había nacido y mi padre ni siquiera supo de mí.

Mi esposo hasta la fecha no sabe que yo vi esa escena fatal. Pasé días enteros pensando en qué había fallado, quizá era la comida la que no le gustaba o que había subido un par de kilos desde que nos conocimos o tal vez nunca le gusté y sólo me aceptó porque su madre lo había influenciado. Pasé un infierno a su lado, mientras me decía que yo era su amor, su vida, su todo, su mujer…yo sólo me sentía su segunda, su premio de consolación, su trofeíto arrumbado.

Él nunca me alzó la voz ni siquiera intentó pegarme o lastimarme de manera emocional. Él hería de otra manera, cuando yo le decía que lo amaba él me contestaba lo mismo y de manera efusiva pero no verdadera. Pasaron unos cuatro meses de verdadero pesar, yo seguía cuestionándome el porqué había sucedido así y él seguía con su actitud de hombre perfecto.

Hablé de esto con mi suegra, ella por supuesto me tomó de loca e inclusive dudó de mí haciéndome preguntas como que si por las mañanas realmente iba al mercado o me iba a ver a mi amante. Eso para mí significó perder el único apoyo con el que contaba en la vida puesto que mi niño todavía era muy pequeño y no me podía ayudar a sanar mi corazón, mismo que estaba marchitándose mientras corrían los días y mi esposo fue haciéndose más cínico a tal grado de llegar oliendo a casa a vino barato y al perfume que sólo una persona en el mundo podía usar.

A los veinticinco años decidí salirme de casa, esto lo hablé días antes con mi esposo. Él sólo me dijo que si yo pensaba salirme de ahí era sin el niño puesto que si me iba con nuestro hijo seguramente algún día nos encontraría y que desearíamos nunca haberlo conocido. Mi marido se había convertido en un animal rabioso que de todo se exaltaba y gritaba,
Huí de esa casa directamente a la calle, ya no tenía con quién estar ni a dónde llegar. Decidí no salirme con mi hijo por las amenazas de mi esposo, espero que me haya comprendido alguna vez. Seguramente su padre le ha hablado pestes de mí y no esperaría que hiciera lo contrario.

He pasado malos años en la calle, económicamente no podría estar mejor…eso de rentar amor al mejor postor fue la única opción que me quedó puesto que hasta la fecha no sé hacer otra cosa. Sigo sufriendo cuando veo a mi hijo irse a la universidad, sufro cuando lo veo deprimido y no es por el hecho que lo esté sino porque ni siquiera sé lo que le pasa.


Decir que yo pago sus gastos sería tanto como chantajearlo así es que espero que nunca sepa quién es la persona que le paga todos sus gustos.

Hijo: Si alguna vez lees esto, espero nos perdones a tu padre y a mí. Te deseo suerte en tu vida y ten en cuenta que en cada oración que hago tú eres el primero por el que pido. Perdóname por no haber sido una buen madre, perdóname por haberte hecho daño…si hice eso fue por temor a que algún día alguien te lastimara mas yo sé que sufriste por mi culpa. Mi hermoso sólo recuerda que si hay alguien por quien sigo viviendo es por mi niño, por ti.




domingo, 3 de octubre de 2010

El Deber Ser.

Emmanuel Hernández Ortiz.

Poco se habla del deber ser y mucho se habla del ser. ¿Será que en pleno postmodernismo a pocos nos interesa el Deber Ser? O ¿Será que una característica del postmodernismo es evadir al Deber Ser? Estas cuestiones seguirán tomando auge por el grado de poca moralidad y la falta de ética en nuestros tiempos. Hoy, el Ser se encarga de poner las reglas, el modus vivendi, los cánones y hasta los horizontes a donde debe llegar el hombre. Todo esto, sin pensar y mucho menos reflexionar las consecuencias que pueda traerle al hombre dejarse llevar por caminos establecidos que el Ser va marcándole.


Por mi cuenta, veo al Ser como ese camino guiado por los egoísmos que le son inherentes como especie. Un ser que se siente y se percibe como un hombre fuerte y con un grado de inteligencia amplio. Pero basta de poner características del Ser, que eso ya muchos lo han hablado y sobre todo, lo han criticado. Prefiero enmarcar mi visión sobre el Ser al querer participar en la consolidación del ser humano y no en la crítica de sus actos.


Primeramente, tendría que reconocer que el Deber Ser, va de la malo a la bueno, del error al acierto, de la ignorancia al conocimiento. Así el Deber Ser se reconocerá por su autoconocimiento de las limitantes que tiene el hombre y que le son inherentes y sobre todo, de los errores que han cometido sus antepasados, antepasados que no sólo son directos, sino antepasados ancestrales como especie. Ese Deber Ser, irá integrado con la responsabilidad sobre el otro, no sobre sí mismo. La responsabilidad del Deber Ser radica en los parámetros de mejoramiento como especie, mas no como individuo. Esa responsabilidad irá soltando los egoísmos y los rasgos negativos del hombre para convertirlo en Ser Humano y así llegar a la liviandad.


En lo que respecta al postmodernismo. El Deber Ser debe afrontar una actitud autocrítica al saber las conductas que rodean su medio. ¿De qué serviría tomar una postura crítica ante los vicios del postmodernismo? No sirve nada, al contrario sólo fortalecería la vanidad y la falta de responsabilidad. Así, el Deber Ser mantendrá la capacidad de ser sensible y empático ante el postmodernismo. El Deber Ser ama a la especie a través de la igualdad que siente entre los hombres. El Deber Ser se responsabiliza de sus actos y de sus compromisos; sociales como espirituales. El Deber Ser caé en crisis pero su postura empática resuelve su mismo conflicto. El Deber Ser se reconoce como un ser infinitamente pequeño en el universo pero que la grandeza de su ser lo puede llevar a la grandeza del mismo universo. Y así con este afrontamiento entre el Ser y el Deber Ser, enmarco mi postura ante esta situación.


Mi postura es clara y muy evidente, el Ser debe afrontar el valor al saber que somos una especie con rasgos negativos para el desenvolvimiento del mejoramiento. El Ser debe de buscar a toda costa llegar al Deber Ser, aunque el Deber Ser no tiene una meta ni un horizonte, el Deber Ser es infinito por la grandeza que lleva consigo. El hombre que afronte ese valor, afrontará el sentido de la vida y no sólo de su vida sino afrontará el sentido del mismo universo y retará la naturaleza del universo caótico. Así lo considero y lo seguiré considerando: El Deber Ser, es más que la grandeza del Ser, al dejar de Ser y Ser para otro Ser, en su Deber Ser.