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jueves, 2 de septiembre de 2010

Tras una objetividad totalmente subjetiva

Hace pocos días tuve una conversación agradable con una amiga. Dentro de la plática discutimos acerca del sentimiento de muerte, de la muerte espiritual antes de la muerte somática, de cómo es que nos aferramos a las personas sin ningún sentido de manera egoísta, de nuestro sentir y estar en aquellos días y del tema que ahora me tiene con muchas ideas dándome vueltas a todas horas, esto es: la subjetividad.

Corrieron las horas como lo hace un marchista mexicano en las olimpiadas, es decir, apresuradas, con mucha técnica y clase. Seguimos discutiendo sobre cuestiones que en ese tiempo no aparentaban tener una importancia radical en nuestro pensamiento. Ella hablaba y yo seguía, nos interrumpimos de manera abrupta, negamos la afirmación del otro en variadas ocasiones hasta que finalmente llegamos al tema más subjetivo de todos…la subjetividad misma.

Personalmente casi siempre suelo oír a las personas, en muy pocas ocasiones las escucho. Sólo cuando el emisor del mensaje comienza con un volumen alto es cuando atrae mi atención sino lo hace tengo que conocerlo para saber que no necesita gritar para emitir un mensaje de calidad. Pues bien, ella tomó una postura que me atrajo de inmediato, sentenció con una seguridad impactante…le di vueltas al mensaje, una, dos y tres. ¡Ella tenía razón!, mientras mi amiga seguía con dicha afirmación yo mantenía mi postura de sumisión ante su dicho. Prosiguió y terminó, cuando finalizó lo hizo con la peor de las oraciones que uno puede decir tras una afirmación, esto es: Bueno, eso es lo que yo creo.

Por supuesto que hice mi cara de prepotencia e inmediatamente le dije: Oye, te tengo que decir algo…pensé en decirle que toda su oración no había valido la pena puesto que la había efectuado de la manera incorrecta pero tras un impulso decidí decirle que era una cobarde puesto que lo que había enunciado era verdadero y correcto mas su última oración había echado todo a la basura. Desde aquel entonces me he estado preguntando constantemente sobre la subjetividad y la objetividad y obviamente dónde es que podemos encontrar la línea que divide o separa a ambas.

Se dice que se es objetivo cuando se tiene un sustento o una base con la cual se pueda comprobar lo que estamos diciendo. ¿Será objetivo lo no comprobable? Qué si lo que estoy pensando no tiene ningún medio para comprobarlo mas yo sé que tengo toda la razón porque mis experiencias a apriorísticas me dictan la verdad. La onda de la subjetividad pertenece al individuo, que, en su misma unidad cree y crea escenarios donde puede desarrollarse personalmente. Los escenarios no son comprobables, pero como única unidad se torna totalmente subjetivo.

Esa subjetividad de la que hablo arriba es la base para todas las objetividades puesto que sin la primera no existiría la segunda como una colectividad. Lo que considero prudente es que debemos bajar de su pedestal a lo objetivo reduciéndolo a lo personal, es decir, hacer que nuestro pensamiento se vuelva objetivo ante los demás y obviamente ante nosotros aunque no lo sea porque sólo así (de manera inconsciente) te predispones a hacerla de sofista con un argumento que no sólo aparenta más fuerza que el del otro sino que lo demuestra.

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