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sábado, 25 de septiembre de 2010

Me llamo Daniel

Ahora mismo debería estar leyendo un capítulo de derecho de las obligaciones civiles que trata sobre los elementos de validez de las mismas obligaciones, la verdad es que no quiero hacerlo y por eso abrí un documento nuevo para hacer lo que desde hace mucho tiempo debí haber hecho.


Mi nombre es Daniel, si alguien me preguntara cómo me definiría definitivamente contestaría: pesimista. La verdad es que esto se trata de un tipo presentación con matices que al parecer son obvios, mas yo sé que para los demás resulta muy complejo comprenderlos. Siempre me ha gustado ser el segundo lugar, el malo de la película, el que pierde en el último segundo, el distinto de los demás, al que no le gustan las medallas ni los reconocimientos, el que se siente inconforme por haber ganado algo puesto que siente que no lo merece

Nací en el Distrito Federal bajo el cobijo de una familia acomodada económicamente. Mi padre es abogado y mi madre trabaja para una empresa mexicana. La verdad es que mi niñez fue parecida a la de los demás, tengo un hermano cinco años mayor que yo al que no lo puedo bajar de su pedestal puesto que es mi ídolo. Siempre he estudiado en escuelas de corte católico mas eso nunca ha influido en mi modus vivendi. Regresando a la cuestión de la infancia digo que fue parecida a la de los otros pero no igual. Sé jugar muchos deportes que implican pelotas o balones pero no sé andar en bici ni nadar. Veía caricaturas y jugaba con mis vecinos y cuates de la escuela a todo. Mis abuelos representan lo que soy en la vida, ellos fueron los que me mostraron lo que es bueno y lo que no es. En algún tiempo tuve mis dotes de rebeldía y aún sabiendo lo que era malo lo hice para ver qué se sentía. La verdad es que debo decir que era un niño mimado que tenía todo lo que quería.

Desde niño comencé con lo que para mí ha representado un problema: la sinceridad. Distintas personas, incluyendo mis padres, me han dicho que a veces represento una dureza oral como las que muy pocas personas tienen, pero para acabarla de joder comencé con ese concepto de sinceridad aunado con unos dotes de soberbia y burla. A veces cuando me levanto por las mañanas me pregunto a manera de introspección si realmente alguna vez alguien puede llegar a conocerme bien (cuestión que hasta la fecha no se ha materializado), algunas veces me digo que eso sería imposible. Poseo un espíritu crítico desarrollado que hasta ahora se convirtió en jodedor, me gusta hacer quedar mal a las personas que lo merecen, me llena de satisfacción hacer titubear a las personas que no me caen bien, entre mucho otros defectos.

Mi vida se ha divido en etapas muy marcadas, unas más dolorosas que otras. Creo que me gusta hacer de mis actos una tragedia en la cual sufro demás por el simple hecho de hacerlo o saber a qué sabe ese nuevo dolor. Mis relaciones interpersonales de noviazgo han sido complejas puesto que si bien conozco lo que es el amor, no lo domino a plenitud. Las de amistad son mi segundo motor, tengo muy buenos amigos y es ahí donde quería llegar. Mi personalidad se basa en la apertura a todo tipo de personas, así como tengo amistades con altos alcances políticos también tengo amigos que dentro de sus currículas está haber vendido café.

En cuestión de gustos, la verdad es que si bien parecieran homogéneos no lo son, hablando de música opté por la pluralidad de géneros. Sé un tanto de electro, de hip-hop, de drum n bass, de house, de techno, de psy trance, de rock, de pop, de folk, de trip-hop, de banda, de reggaetón, de norteño, reggae y demás géneros.

Desde niño he tenido la vocación de sentarme a escribir lo que observo, toda mi vida se ha desarrollado a través de la observación cansada. Pareciera que soy una persona distinta a los demás pero no, la verdad es que me considero más corriente que común. Tengo un lenguaje con pocas palabras, un tanto complejo porque me gusta hacer que los que me oyen tengan dificultades y me gusta que los que escuchan se sientan atraídos por el discurso. Cuando hablo con el corazón mi volumen se reduce a la intimidad y cuando fanfarroneo me quedo sin hablar. La verdad es que casi no me gusta aportar puesto que si bien sé que mis comentarios son totalmente subjetivos, para mí representan la objetividad misma y me vale lo que los demás piensen o sepan, salvo algunas excepciones excepcionales.

Creo que ahora me corresponde hablar de mi juventud, o mas bien, de la secundaria. Como preámbulo, mi primaria fue la de un niño bien con calificaciones altas, que hacía caso a sus papás y abuelos etc.…pues para la secundaria cambié de manera radical, cuando niño solía reírme y sonreírle a los demás, hacer bromas con mi nana, acompañar a mamá a todos lados y asentir a todas las ordenes que me eran dadas. Llegó la secundaria y comenzó la etapa de la seriedad en el deporte, de los entrenamientos a 35 grados centígrados, de las concentraciones previas a los juegos, del rigor de ser el mejor. Además, vino el desarrollo físico y con él los primeros músculos forzados, las piernas fuertes y los engreimientos. Mis padres se separaron, cuestión que forjó en mí un nuevo carácter. Llegó la seriedad, el traje, la corbata, la etiqueta, los abrigos y demás cuestiones que estaban realmente adelantadas a mi situación de secundaria.

Cambié de institución educativa y llegó a mí el arte. La cuestión de la contemplación, el deporte visto como actividad complementaria, las fiestas chafas donde un six-pack era una novedad y ahí fue donde encontré el equilibrio perfecto en mí. Ya me sabía comportar de manera óptima en cualquier clase social y en cualquier escenario. Conocí muchas personas de todo tipo…delincuentes, doctores, trabajadores, artistas todo.

Como bien decía arriba llegó el arte, pero no arribó solo. Lo hizo junto con nuevas amistades que me enseñaron a disfrutar la vida. Me mostraron el CARPE DIEM. Para mí era insólito y novedoso llegar a casa de mis amigos, que cabe resaltar que todos estábamos en la misma situación de los papás separados, tomar del refrigerador lo que quisiera y comenzar a dilucidar sobre lo innecesario de las cuestiones materiales, de la música moderna, de tal libro, de tal persona. Obviamente cada uno tenía una personalidad diferente, pero existió algo que nos unió a todos y no fue nuestra situación familiar ni el alcohol sino las drogas.

Nos considerábamos seres diferentes a los demás porque nosotros sabíamos expandir nuestros sentidos de la mejor manera. Unos lo hacíamos escribiendo, otros hicieron música y sólo uno se atrevió a pintar lo que sentía. En fin, decidimos que el uso de drogas no era necesario para las actividades que realizábamos. Seguimos con el alcohol pero a diferencia de muchos a mí me gustaba sentarme en una cama y hablar con mis amigos sobre cualquier tema mientras disfrutábamos de un barato Bacardi blanco.

Use drogas y me tomé hasta el agua de los floreros para después darme cuenta que era un estupidez hacerlo y que posible y seguramente sólo era algún tipo de refugio a mis problemas. Dejé mis cuestiones artísticas y llegó la preparatoria donde sólo me reafirmaron que yo estaba destinado a dirigir al país y que si no tenía una actitud de perfección no llegaría nada lejos. Regresaron las corbatas y las mancuernillas, los modales adoptados y fingidos y mis nuevas amistades.

Con ellos me percaté cómo es que funcionan las altas estructuras, cómo relacionarse con las personas que aparentemente nada tenían que ver conmigo. Para ese entonces estaba preparado para lidiar con cualquier cosa menos conmigo. Me di cuenta que estaba viviendo por otros y que el concepto de Daniel estaba olvidado hasta que conocí a la mejor amiga que pude haber encontrado. Evito nombres y escenarios pero lo que no puedo evitar es que si no nos hubiéramos conocido seguramente ahora sería uno como casi todos lo demás. Con ella se redefinieron conceptos espirituales y cuestiones muy trascendentales para mí y aburridas para los demás.

Sufrí una crisis mal llamada existencialista porque yo lo decidí de esa manera, mas tenía un isómero que pasaba lo mismo que yo al mismo tiempo. Nunca fuimos ni seremos pareja puesto que nos sabemos imposibles para el otro. Me preguntaba qué conmigo de una manera muy concreta…pasó mucho tiempo para que dejara esas situaciones, me resultaba complejo y desgastante responderlas y sólo las dejé ir.

Terminé mi bachillerato y me separé de mi familia porque la verdad no me sentía cómodo con ellos, llegué a una ciudad nueva en donde las cosas eran distintas. Comencé a estudiar la licenciatura que curso sólo porque sé que ahí me van a pagar muy bien y porque es más que obvio que tengo varios trabajos asegurados. Trato de hacer lo mejor día a día, con o sin actitud hago las cosas por repetición, me aburro de todo y así seguiría siendo sino hubiera encontrado mi verdadera vocación.

Ahora que vivo en León no salgo al bar ni al café ni mucho menos al antro. Me encierro en mi departamento, abro una o dos cervezas y me pongo a escribir o a leer, algunas veces veo una película puesto que las ondas del trabajo me tienen agobiado. Parece necesaria una compañía porque mi hermano anda en sus ondas y mis amigos parecen estar interesados en otras cuestiones totalmente ajenas a mis gustos.

Interesante o no me llamo Daniel y de lo que acaban de escuchar o de leer ustedes sabrán dilucidar qué es verdad y qué es mentira, o qué prefieren que sea verdad o qué eligen que sea falaz.

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