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jueves, 9 de diciembre de 2010

Ahí comenzó todo


Corría uno de esos días fríos y lluviosos propios del Estado de México, recuerdo de manera perfecta que era el cierre de cursos y debido a ese feliz acontecimiento se organizó un tipo kermesse. Mientras yo pretendía ser de los “elite” de la secundaria una niña ingenua de primero de secundaria se deleitaba con mi presencia. Ella figuraba ser hermosa, todos sabíamos que cuando creciera trabajaría en algo similar a los noticieros o en algún trabajo de esos donde sólo les importa la imagen.

En fin, pasó la primera hora de la kermesse y por supuesto mis amigos y yo nos adueñamos de la entrada principal del gimnasio de básquet. Los de los demás grados daban vueltas y vueltas alrededor de la cancha de fútbol, algunos cuchicheaban sobre el rumor que tenían de si el grupito ese (dentro del cual yo estaba) usaban drogas y tomaban a otros simplemente les valía si era cierto o no. Para ese entonces yo comenzaba con mis cuestiones de leer entre líneas las expresiones de las personas y a compararlas unas con otras, para mi infortunio tenía la estima por los aires y pensaba que nadie me merecía.

Como en todas las escuelas con población estudiantil alta siempre existen las bonitas, las feas, las gordas, los populares, los monstruos, los deportistas y nosotros. Pues como era de esperarse el grupo elite solo salía con las que jalaban al desmadre puesto que eran las que tomaban, de igual manera era obvio que las bonitas nunca estaban dentro de nuestros planes porque de alguna manera les dábamos miedo.

Retomando lo del segundo párrafo, estábamos ahí echadotes cuando se me ocurre decirles a los del crew: -ey, la neta la chavita esa se nos está quedando viendo y viendo-, inmediatamente y al unísono todos contestaron: -Ay no mames wey-. ¿Por qué no era posible que en particular ella nos volteara a ver a alguno de nosotros? Ah pues resulta que esa de primero era volteada a ver por todo mundo, hasta por los de prepa, entonces cómo jodidos alguno de nosotros iba a llamar su atención.

Pues seguía y seguía dando vueltas y vueltas con su amigo, al que nosotros considerábamos gay, cuando de repente el amigo se me acerca y me dice: -Oye, mi amiga quiere platicar contigo-, cuestión a la que accedí sin reparos puesto que pensaba se trataría de platicar con ella para que yo le presentara a alguno de mis amigos. Me levanté y en el tono menos apropiado y más mamón que tenía comenzamos la alegre conversación que me llevó a prestarle mi sudadera a su amigo, no obstante el clima frio casi helado.

Yo estaba dispuesto a decirle que sí a cualquier cosa que me pidiera puesto que sabía que me pediría el número de alguno de mis amigos. Para mi gran fortuna las cosas no fueron así, ella juraba que yo le gustaba y la verdad es que ella a mí también pero mi pendejo orgullo o miedo no me dejaban expresarlo de la mejor manera y todo quedó en un noviazgo chafa de una semana en el cual yo juraba no duraría más de eso debido a mi hedonismo inexperto.

La verdad es que ese mismo día terminó el horario escolar y bien recuerdo a su mamá pasando por ella y mi cara de satisfacción total puesto que mi novia era la más bonita de la escuela. Para mi infortunio creí que era una apuesta o algo similar, tomándolo de la misma manera y con poca seriedad. ¿Qué hubiera pasado si la hubiera tomado en serio? Eso no lo sé, pero seguramente estaría lo doble de feliz de lo que me encuentro hoy.

PD. Tan nítido y vivos son mis recuerdos que estoy seguro de haber usado ese día una playera Diesel blanca con un estampado negro y mi sudadera Nike de gorro.

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