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martes, 14 de diciembre de 2010

¿No te das cuenta?

Todos aquellos que leen esto que escribo deberían darse cuenta de todo lo que tienen alrededor de ustedes, y más que eso en ustedes mismos. Este texto no se trata de algo semejante a los discrusos de motivación ofrecidos por los ministros de culto o por los oradores contratados por las empresas para hacerte sentir un buen trabajardor, sino todo lo contrario: Esto se trata de que tanto ustedes como lectores como yo, escritor, nos demos por enterados que somos única e irrepetiblemente magníficos.

Podría escribir sobre temas como el dinero o la familia que son a los que regularmente atienden las personas que hablan sobre estos temas, sin embargo creo que atender a la cuestión espiritual es muchísimo más importante que excavar o ahondar en temas que a mí parecer son cambiantes. Es por eso que la cuestión metafísica de las relaciones espirituales con entes “divinos” será la guía de estos párrafos.

¿Quién de ustedes no es católico? Bueno, quizá muchos contestarían de manera casi unánime que sí lo son puesto que están bautisados pero que no van a misa o que ni siquiera les interesa saber qué con la onda católica. Yo andaba igual que muchos de ustedes, la verdad es que no me llamaba la atención la paz espiritual ni nada por el estilo hasta que me senté a observar (vaya error) y noté que la espiritualidad era para viejitos pero que esas personas que se sentaban a oir misa tenían una calidad de vida tan buena que cualquier joven como ustedes o como yo envidíariamos.

Sé bien porque también soy joven que de alguna manera hay que rehuirle a las religiones puesto que ese espíritu rebelde que tenemos no nos permite de ninguna manera voltear a ver a lo no visible. Es normal vernos envueltos de placeres, gustos y cuestiones que al parecer resultan importantes pero cuando se nos viene un problema grande grande es cuando voltemamos a donde todos nos quisieron llevar mas nunca nos dejamos: a la fe.

Por fe entiendo ese sentimiento de respeto y de espera hacia personas, cosas o mas bien entes de los cuales entendemos están sobre nosotros en un plano jerárquico. No me refiero en su totalidad a dioses o amuletos puesto que algunas personas les tienen una fe inmensa a imágenes que a final de cuentas son cosas. Quizá alguno de ustedes se preguntará ¿Y qué con los que se presumen ateos, ellos a qué le tienen respeto? Bueno, pues siempre he considerado que los ateos si bien no le reconocen nada a las religiones sí le tienen un respeto inmenso a la naturaleza misma.

Bueno, la cuestión a resolver es si ¿acaso no nos damos cuenta de todo lo que somos o tenemos? Siendo personas modernas la verdad es que ni nos interesa hacer introspección puesto que lo que nos rodea nos satisface cabalmente ahogandonos en ese egoismo normal de juventud prematura o postergada pero de alguna manera (tarde o temprano) se nos debe cruzar algun problema y es justamente ahí, cuando la vida nos da un putazo, cuando nos damos por enterado quiénes somos y qué somos.

Ser católico está bien chido porque te puedes equivocar y equivocar y volverte a equivocar pero como Dios Padre tiene infinita misericordia pues con una simple confesión queda todo en cero. Si es que pensaste de la misma manera que yo y me diste la razón en el párrafo anterior estás bien perdido puesto que no sólo te burlas de tus creencias sino que caíste en una onda bien poco moderna llamada DOBLE MORAL.

Sabernos perdonados es lo peor que un ser divino pudo habernos hecho saber puesto que yo puedo ser malo de por vida, sin embargo mis últimas acciones pueden mostrar lo contrario y redimirme ante todos…alto ¿Redimirme ante todos? He ahí otro error, la redención no es ante los demás sino ante nosotros mismos y ante ese ser supremo con tantas denominaciones como pensamientos solemos tener; de qué sirve andar ahí pregonando la palabra de un Dios, cuando en casa muestro indiferencia antre mi projimo o cuando el sufrimiento ajeno no me causa.

Vivir para los demás es todo un estilo de vida que se fundamenta en los detalles. ¿Qué de malo tiene estrechar la mano de los desvalidos? Nada, ellos como yo y como tú son perfectamente iguales en esencia y si bien es cierto no estuvieron preparados para tomas las oportunidades que les llegaron a todos nos alumbra el mismo sol y nos golpea el mismo viento.

Démonos cuenta que somos inigualables. Suena muy mal y está muy mal pero comparémonos con los demás y digámonos: -Ah, que distinto soy-. Es tiempo de vanagloriarnos de lo que somos sin presunción alguna, es momento de reconocer todas y cada una de las alabanzas que nos han hecho y ahora más que nunca es tiempo de reirle a mamá y al mundo, es el turno de reírnos de nosotros mismos y sentirnos satisfechos con lo que somos. Hermano Emmanuel y demás hermanos del alma. Ustedes que todo lo tienen porque todo lo son, hermosos en su ser, preciosos en el alma…¿A quién le importa lo demás? A mí no.

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