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domingo, 28 de noviembre de 2010

Ojos

Muchas personas dicen que los ojos son la ventana del alma, otras personas dicen que la mirada dice mucho más que un canto, yo soy de los que piensan que la mirada es la que enamora o decepciona. Han pasado unos cinco o seis años en los que me he estado esmerando en la observación, la verdad es que sólo me ha resultado del todo negativo. En algunas ocasiones mi vista se nubla, en otras mis ojos se irritan sin motivo alguno y en el peor de los ratos comienzan a lagrimear sólo por hacerlo.

La actividad de la observación siempre culmina con un resultado analítico subjetivo donde el único parámetro es una sensualidad personal, misma que sólo yo podría entender puesto que yo soy el agente observador. En principio creía que mis resultados eran erróneos, sin embargo comencé a equiparar la observación con el relato del observado y sin temor a equivocarme hasta la fecha he acertado en un noventa y cinco por ciento de las veces. No sé si se trate de una cuestión divina o si sólo he abusado de mis conexiones neuronales, lo que sí sé es que es un infierno saber la vida de las personas por la simple actividad de la observación.

Lo que llevo haciendo por años no es sino un error fatal porque de poco en poco he perdido la espontaneidad, he aprendido cómo y cuándo actuar de cierta manera y siempre en beneficio mío. Es una mierda calcular todo lo que te rodea pero no me queda de otra porque simplemente no sé hacer otra cosa. Nunca me ha ido bien cuando juego a ser como los demás, jamás me he sentido tan incómodo como cuando traté de dejar de hacer lo que al parecer resulta atractivo e imposible para los demás.

Esto que sé no lo aprendí en libros, seguramente habrá cientos de teóricos que saben de esto. La única gran lección que he tenido para desarrollar esta capacidad es la vida misma. La repetición de patrones me parecen tan obvios que suelo acertar en cuanto a la intimidad de los demás. Hablar de ejemplos y nombre está demás, ahora que vivo en esta pequeña ciudad las cosas se han vuelto más fáciles y mi rango de error se ha reducido considerablemente, esperando que nunca llegue a cero.

¿Qué ventajas tiene saber este tipo de cosas? Diferenciar a las personas y catalogarlas axiológicamente, Saber cuándo te tienes que retirar de una conversación, adivinar las primeras dos o tres oraciones del que estás observando, medir la distancia entre los agentes etcétera. ¿Y las desventajas? Pierdes la inocencia, pierdes la espontaneidad, calculas y estudias los movimientos de los demás, dejas de sentir emociones y las cambias por malestares, contagias a aquellos que te quieren de alguna manera imitar, entre otras.

Esto de la observación funciona a la perfección en aquellas personas cuyas ideas son reducidas, sin embargo en las que dicen pensar más que los demás sólo hay que emplear un poco más de atención y analizar los detalles para ser certero en el diagnóstico. Si bien es cierto que existe la onda esa de los ejes visuales y un montón de axiomas yo me baso en la experiencia personal para examinar a algunas personas.

La mirada es una cuestión sublime en donde podemos encontrar el cansancio, la molestia, la ira, el respeto, la estupidez, la ignorancia, la arrogancia, las adicciones, el amor, el desprecio y todo lo que uno desee buscar. Entonar las palabras apropiadas en el momento idóneo siempre tiene un resultado visual y es justamente ahí donde termina todo ese protocolo dinámico donde la única constante soy yo.

Han habido ocasiones en las que he pensado en desertar ante esta situación agobiante, sin embargo siempre que me decido a hacerlo conozco a una persona que me impulsa a seguirlo haciendo. Nuevos detalles, nuevas gesticulaciones, nuevos movimientos corporales, nuevas mentiras, nuevas negativas, nuevos momentos y nueva información.

Decir que tus ojos han derrotado todo lo anterior sería una mentira pero al momento que te he ido conociendo de a poco ya no me interesa pensar en nada más que en ti. Te pediría que me dejaras de mirar pero en realidad eso es lo que anhelo día a día cuando cruzamos las miradas, espero que entiendas lo poco que tengo por decirte y si te he decepcionado un millón de veces espero no te canses de eso porque si aprendes a ser nunca dejarás de sentir esa sensación de avidez.

Qué otra cosa puedo hacer mas que cerrar mis ojos y dejar que tú te vuelvas los míos. Dame la oportunidad de alejarme de lo que me hace sentir bien para acercarme a ti y sentirme feliz, déjate de engañar y dime que nuestros ojos son simplemente unidad. Trata de hacerte a la idea que en esos ojos radica el fundamento de mi ser, si es que alguna vez pensé encontrar unos ojos que me cautivaran a tal grado de cegarme ante la realidad contigo se materializó todo lo que había deseado desde hace tiempo.

Te pido que tú no me veas sino que me observes, te pido que me pongas atención puesto que si no lo haces yo me encargaré que lo hagas de manera forzada. Ahora entiendo que así como dicen los autores que existen tantos discursos como sentidos creo que se les olvidó mencionar que esos discursos sensuales tienen interconexiones e interdependencias los unos con los otros y que con base en lo anterior el resultado más puro en el estudio de los mismos discursos lo podemos encontrar en esa trinidad ojos-mirada-observación.

Los ojos y la mirada tienen una relación inquebrantable que nunca nadie podrá derrotar, es una cuestión metafísica en donde ni el más letrado podría encontrar una respuesta inteligente, es algo casi espiritual, es tan complejo como descifrar los ojos de mi madre, es tan hermoso como un ojo ingenuo ante una obra de arte sin ninguna intención, es tan noble como la mirada de una joven de quince años enamorada, es tan delicada como la mirada del padre hacia su hijo, es tan tierna como tu mano, es tan ilustre como todo esto que he estado escribiendo.

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