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lunes, 9 de mayo de 2011

Pensando el 10 de mayo

Siempre he sido de la idea que no tiene que ser el día especial específico o especial para decirles a otras personas que las queremos o felicidades. Siempre ha sido importante destinar un día para aquellos momentos históricos importantes, por ejemplo: el día de la independencia de algún país, el aniversario de bodas, los cumpleaños y un chingo de cosas más.

México, como todos sabemos es un país bien tradicionalista, tenemos culto a los muertos y si bien es cierto que hemos estado adoptando otras costumbres por cuestión de globalización, también persisten algunas cuestiones como el matriarcado familiar. ¿Cómo es eso? Bueno, todos sabemos que las mamás son la pieza fundamental de la estructura básica social (la familia) y es demostrable con el siguiente cuestionamiento… ¿Cuál es el día de las madres? Fácil saber el dato; pero ¿Qué día es el del padre?

No sé, pero tengo la creencia de que muchos lectores de este espacio son jóvenes (como yo) y es por eso que lo que voy a enunciar si bien no es exclusivo para la juventud sí considero prudente encuadrar un contexto casi personal-vivencial para que todos y cada uno de ustedes al menos se queden con una inquietud cuando terminen de leer esto.

Por pura casualidad o quizá por suerte estos últimos años he tenido amistades y cercanos que están bien agradecidos con sus madres, sin embargo ese agradecimiento no es del todo sincero ni completo. Si hay algo que de verdad me caga u odio (para los lectores fresones) es el maltrato a una mujer o la minuciosidad de que hablen más de ellas, y si bien es cierto que algunos me han escuchado hablar alguna vez de una mujer es porque no merece llevar ese título de mujer.

Dicen que entender a una mujer es cosa complicada y creo que es cierto, pero entender a una mamá es prácticamente imposible. Ahora mismo no tengo a una de frente como para platicar, conversar o preguntarle qué se siente ser mamá o cómo cambia la vida de una mujer al tiempo que se convierte en madre. Igual que todo, ese sentimiento maternal debe variar de acuerdo con quién porta ese título, alguna vez escuché a una mujer diciendo que sus proyectos profesionales y que su vida prácticamente se habían truncado o terminado con la llegada de su bebé. Obviamente aquella señora es hermosa pero a mi gusto tiene un alma perdidamente podrida.

Bueno, entrando a la onda del 10 de mayo, que es lo central de esto espero que piensen o consideren lo que escribo. Somos unos hijos poco ejemplares. Sí, tal vez puedan decir que no es cierto que hacemos lo posible por hacer o ser buena onda con la mamá, pero piensen paso a paso o día a día las acciones que hacen o hacemos y resuelvan si realmente dan el cien por ciento con su mamá.

Las mamás, casi todas, dan todo por los hijos. Si es necesario pelear lo hacen, a veces pueden llegar a hacer casi imposibles con el único fin de no ver atrasados a sus hijos o al revés verlos contentos. En mi caso, por cuestiones estudiantiles y quizá por la toma de malas decisiones me he apartado en distancia con mi madre, eso me ha orillado a hacerme independiente en muchas cuestiones sin embargo hay temas en los que necesariamente uno necesita irremediablemente de los oídos, palabras, acciones o miradas de la madre.

Somos bien poco recíprocos con las madres, quizá ellas no pidan más de lo que hacemos o somos pero siendo honestos ¿Cuántos de ustedes realmente devuelven ese amor materno? Hay factores exteriores que nos afectan para bien o mal y piensen la idea, si en el trabajo o con la pareja hay una discusión o algún problema pues esos detalles los llevamos a casa sin saber el daño que ocasionamos a las mamás porque éstas tienen ese sentido natural maternal que les dice cuándo alguno de sus hijos no anda bien.

En reiteradas ocasiones las mamás se meten en cosas que en apariencia no le competen, sin embargo como somos bien egoístas la mayoría piensa o pensamos que no tienen derecho a meterse en nuestras cosas y accesoriamente en verdad no tienen ningún tipo de prerrogativa para hacerlo, pero en esencia lo hacen porque les interesa lo que sucede con nosotros.

La única verdad es que cuando se es madre existe una alegría constante por ver al hijo crecer, hay sufrimiento por ver al hijo llorar, hay perdón cuando el hijo se equivoca, hay regocijo cuando el hijo triunfa…yo no soy mamá ni tampoco conozco a mi madre como para escribir por ella sin embargo sé que está orgulloso de mí como lo está cada una de sus madres.

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