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sábado, 21 de mayo de 2011

A Dan

Una vez tomada la decisión de redactar este escrito un desfile de ideas desordenadas agolparon mi conciencia y mi noción, y la más relevante a mi parecer resultó en una perspectiva concluyente que me limitaba a redactar un ensayo pacifista puesto que no existía siquiera en mi mente un orden pacífico en mis ideas y más allá de esto muchos de los mensajes que me abordaban detonaban en la definición de mis acciones como una persona en ocasiones poco tolerante, desordenada e incongruente con sus percepciones y sus motivaciones, cómo iba a poder entonces un espíritu como yo redactar una opinión objetiva respecto a la creación de un mundo pacífico? Sin embargo este efecto que se matizaba bilateral fue el que logró cerrar el círculo de motivación a mi entendimiento e instaló los dedos en el tablero del ordenador, con el profundo anhelo de transmitir las ideas consientes y subconscientes que encontré en mi travesía de introspección sobre la imagen que existe de un mundo pacífico en mi alma de humano. Actualmente mi exterior tangible me irradia señales que hablan de un equilibrio desequilibrado, soy una joven que percibe un paralelismo en el ciclo de actividad actual del humano, puedo encontrar desde los matices más bondadosos hasta los más inhumanos, sin embargo esos matices resultan ignorados en muchas ocasiones, nos agolpa la cotidianeidad y su agitada rutina provocando el que no percibimos la bondad de un anciano al emitir un sencillo “gracias” o la gratitud de un profesor porque su grupo de estudiantes universitarios se mantuvo disciplinado. Nos agobia el egoísmo de nuestro actuar que ni siquiera tenemos cabeza y corazón para mejorarnos, para mejorar a nuestra alma. Somos egocéntricamente egoístas con nosotros mismos que no nos permitimos respirar para dibujar nuestra concepción del genuino mundo anhelado. Sin embargo tras este efecto que desde mi visión percibo, ¿cuál podría ser entonces el bosquejo idóneo que impulse el barco de nuestra humanidad al mejor de los océanos?, Estoy segura que esta respuesta me tomará responderla una, dos o cuatro vidas, pero en mi búsqueda de ella aseguro que muchas conclusiones se involucrarán en mi pensar y más allá de esto, se involucrarán en mi actuar. Es un hecho que una situación global positiva o negativa se genera de una iniciativa individual, pero no de las iniciativas temporales que inclusive como joven suelo tener, sino de las constantes y consientes, de los minutos de siembra que van guiando mis días a un objetivo de paz, una paz por metro cuadrado, tan latente como eso, perdón me equivoco… una paz que abarque algunos centímetros de mente y espíritu, pero centímetros impregnados que con un simple inhalar y exhalar me permitan como joven de este mundo visualizar la trascendencia de mi andar, de mi pensar y de mi hablar. Que logren en mí no frecuentar a la indiferencia y visitar a la armonía en perspectiva y con elocuencia. Que logren en mí invadirme de un ímpetu inagotable por ubicar a mis padres como fuerza de acción e inclusive como fuente de siembra de aquellos centímetros vociferantes de paz. Y además de todo que me permitan visualizarme como un sutil agente de cambio que no se auxilie de marchas revoltosas o de energías desgastadas, sino de un pensar fresco y fértil para cosechar en el campo de la humanidad.

No me cabe duda que al menos una conclusión he encontrado respecto al mundo que visualizo como pacífico, y más que una conclusión es solo un reflejo de la realidad, porque ese mundo ya existe; en las sonrisas desinteresadas, en las acciones humanitarias, en los pensamientos genuinos que invaden los quehaceres de la cotidianeidad paralela o más bien del otro rostro de la paz.

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