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lunes, 11 de abril de 2011

Me voy en paz

Hermoso: siempre te dije que no abrieras aquel pequeño baúl que tenía justo arriba de mi tocador, sabías que ahí guardaba mis secretos más profundos y justamente ahora que estoy en el alto cielo con su fondo estrellado me da temor que hayas abierto mi vida y leas esta carta, de la que nunca supiste en vida puesto que jamás tuve el valor de decírtelo de frente. Vaya contrariedad chiquito, yo que siempre te enseñé tantas cosas nunca supe cómo decirte esto que a continuación tus lindos ojos van a leer.

Antes de comenzar con éstas palabras me disculpo de nuevo sólo contigo por no dejarte abrir mi cajita. Tú y yo mantuvimos la mejor de las relaciones, una de esas inagotables que lo único que la pudo derrotar fue el temible cáncer heredado que desarrollé estos últimos años. Mi vida, preciosura, hermosura debo aclararte tantas cosas como las veces que nos quedábamos viendo películas hasta altas horas de la noche así es que prepárate y espero que algún día me puedas perdonar por no tener el valor de decírtelo en vida.

Debo confesar la obsesión que hasta los últimos días tuve hacia tu padre, creo que de eso siempre te diste cuenta y que era notorio que sufría por no verlo pero todo tiene un motivo: Tú todavía eras un niño, estoy segura que no recuerdas en lo más mínimo sino por fotografías la cara de tu papá y no era precisamente la cara de tu papá sino los gestos que hacía cuando te tenía sobre su pecho y tomaba tus manitas para jugar, provocabas en él lo que nadie más pudo hacer, un milagro: Verlo sonreír. Es por eso que hasta el último de mis días me obsesioné y te pedía que buscaras a tu padre, porque yo sabía que tú eras el único que podía hacerlo sonreír una vez más.

Debes saber que tu padre todavía te ama puesto que hasta hace unos meses todavía intentaba tener contacto contigo, ese amor paternal no se le ha terminado todavía, más tú eres el que está negado a recibirlo y yo sé que lo haces por mí. Pero hijo mío te pido, ahora por mi memoria, que vayas y busques a tu padre…porque a mí ya no me puede hacer más daño. Siempre fuiste el mejor de los pretextos para mí, el orgullo de mis desvelos, de lo que me gustaba hablar: Tú.

Recuerdas cuando corríamos los dos con las mochilotas hacia la primaria porque ya era muy tarde, te acuerdas cuando te dolían tus piernas debido al entrenamiento, Ay hijo me acuerdo y me dan ganas de llorar, pero creo que el que debe hacerlo de alegría eres tú. Toda la vida debes recordar a tu madre como la mejor de tus amigas…Hijo, debes saber que todo lo que me contabas en secreto nadie más lo supo. Todavía, y ahora que escribo esto, recuerdo las cartas que le escribíamos a la que ahora es tu esposa. Me acuerdo bien haber llorado después de llevar al parque a mi nieto por recordarte a ti corriendo en ese mismo lugar tantos años atrás.

Mi nieto es la viva imagen de mi marido, digo que es mi marido porque no le queda el título de padre. Sin embargo he dado la vida por cuatro personas: por ti, por tu padre, por mi nieto y por mi nueva hija (tu esposa). Hijo, jamás soporté verte sufrir. Me causaba espanto verte llorar y es por eso que cada vez que lo hacías no me quedaba de otra más que mantenerme estoica pero eso se terminó y ahora debes saber que no es bueno para nadie retener sentimientos paternales.

Mientras duró mi letal enfermedad tu sonrisa era mi único consuelo, jamás pude con ella…sabíamos que no podría de ninguna manera pero ahí estuviste tú y los papeles se invirtieron, la cuidada fui yo. Recuerda que aún muerta te seguiré amando como lo hice todos y cada uno de los días que vivimos juntos.

Está demás decirlo pero siempre te enseñé que cuando sintieras algo lo dijeras inmediatamente entonces has de saber que fuiste lo mejor que me ha pasado en tres vidas. Te llevé tanto tiempo dentro de mí que resulta inenarrable lo que siento pero no sólo te cargué dentro de mi vientre sino siempre y en cada momento en mi corazón. Tanto era mi amor hacia ti que aún ahora conmueves todo mi ser. Lee con atención ahora lo que te quiero pedir porque hijo mío ya no puedes vivir así y si es que en verdad me quieres acepta mi petición y realiza esto que a continuación escribo: Ama a tu padre como lo harías conmigo, cuida de tu hijo como yo lo hice contigo y busca la felicidad en la de mi único nieto. Con lágrimas en los ojos cierro esta última carta, no me gustaría que fuera así pero ahora sí me voy en paz.

Desde el alto cielo te bendigo y te espero en muchos años más.

Siempre a tu lado. Tu mamá.

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