Vistas de página en total

miércoles, 21 de marzo de 2012

Sin papa aprendí

No soy un ser diferente o atípico, solamente aprendí a caminar por las calles solo sin que nadie me dijera cómo hacerlo, a corta edad entendí lo que era una responsabilidad, simplemente nadie me habló de cómo acercarme a una mujer o dar los buenos días a los mayores…simplemente aprendí observando las buenas y las malas costumbres de los demás. La cortesía la reconocí por fuerza y mi única arma eran las letras contra todo el mundo, mismo que nada tenía planeado para mí, pero yo sí tenía muchas cosas planeadas para el mundo.

Nadie se acercó a darme un consejo, nunca nadie escuchó mis suplicas, mucho menos mis
deseos, de ninguna manera a alguien le importaba qué comía, dónde dormía, con
quién dormía, dónde estaba, si realmente estaba pero bueno, seguro eso estaba
predestinado para mí o al menos era lo más cómodo que podía pensar para no
sentirme mal.

En principio ver a alguien más caminando al costado de su padre me producía
tristeza, luego rabia y terminó siendo ilusión, una ilusión venidera
consistente en nunca dejar que mi hijo caminara por sí solo cuando más abrumado
se sintiera, en nunca hacer lo que a mí me habían hecho: dejarme solo.

Si la gente me hubiera visto en aquel tiempo seguro pensaría que estaba loco
puesto que hablar solo no puede dar lugar a pensar sino eso y más. Mover la
boca sin motivo era un reflejo que tenía solo para hacer pensar a los demás…y
si bueno, hacer pensar a los otros es un pecado me declaro culpable de hacerlo.

A pesar de toda aquella mi soledad aprendí muchas cosas estando solo, cuestiones
del todo adultas e impropias de mi edad. Supuse conocer el amor en totalidad y
vaya qué equivocado estaba yo, pensaba que todo se limitaba a observarlo y
conocerlo de manera propia…pero a tiempo me he dado cuenta que uno no termina
de aprender sino hasta que vive lo que tiene por vivir.

No es un reproche a mi padre ni a nadie sino un agradecimiento porque soy lo que
siempre había querido de mí y creo que con el apoyo de él o de alguien más
hubiera sido otra persona, una que justo ahora no hubiera querido o deseado.
Una persona sin fe y con el corazón a punto de morir, una persona con tanta
necesidad y necedad de lo realmente innecesario, de cariño aparente, de abrazos
forzados, de falsas adulaciones.

Sin papá aprendí a lograr mis metas, a levantar trofeos, a que la gente me dijera:
oye niño, tu papi debe estar orgulloso de ti, a bajar la cabeza por pena, a ganar
segundos lugares, a escuchar críticas destructivas, a ver a los demás sobre el
hombro, a hablar cuando no era necesario, a burlarme de los problemas de los
otros, a ser más fuerte de lo que pensaba, a atarme las agujetas, a aceptar un
regaño injustificado, a cerrar los ojos cuando más miedo sentía, a escribir
todo lo que siento.