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jueves, 30 de septiembre de 2010

Me duele el corazón

Por pena debo omitir mi nombre, por ahora no quiero que nadie me vea ni sepa nada de mí. Estoy enamorada y el hombre al que amo sólo juega con mis sentimientos. Él sale con otras mujeres haciéndomelo saber, juega conmigo a los amantes cuando yo lo único que deseo es formar una familia con él. Toda mi vida gira alrededor de él. Mis acciones y mi pensamiento significan él. ¿Qué no se da cuenta que aunque me haga daño yo lo seguiré amando? Creo que no, parece que me estoy acostumbrando al dolor. No termino por comprender qué he hecho mal, el porqué no se fija en mí sólo lo sabe él. Me causa un dolor fatal verlo coquetear con alguien más. Ya no sé si cuando me ve lo hace sólo por compromiso o si todavía, o peor aún, algún día me quiso.

Cuando despierto lo primero en lo que pienso es él, mientras como me pregunto cómo estará, al momento de dormir sueño con él. Fantaseo que caminamos por la playa tomados de la mano, él como siempre galante ante mis ojos y yo solo viviendo para él. Pienso en cómo será nuestra vida juntos. He estado pensando en el nombre de nuestros hijos, niño o niña se llamará como su padre.

No sé ni cómo decirle que él para mí es mi todo, quisiera decirle que él es el motor de mi vida, que significa mi razón de estar, que no es sólo un gusto físico sino que adoro todo su ser. Me gustaría que supiera que tanto es mi amor hacia él que yo estoy dispuesta a compartir su amor con alguien más con la única condición de seguirnos viendo.

Quizá parezca una desesperada pero los que conocen al amor de su vida me darán toda la razón. Esto significa una confesión hacia él. No me interesa que me siga lastimando, mientras yo tenga la oportunidad de seguirlo conquistando tengo la certeza de que algún día se dará cuenta del amor que le tengo y que así haga todos mi sueños realidad.

Los que me conocen seguro están hartos de mí puesto que todo lo que hago y digo se refieren a él. Lo único que pido es que me comprendan y entiendan. Ahora tengo que seguir con mi vida deseando vivir para él, aunque le pido a la vida que nos reúna de nuevo y prometo que ahora no fallaré.

Mil mujeres habrán pasado por su vida, nunca una como yo. ¡Por favor deja de jugar conmigo! Dime mentiras, dime que me amas tanto como yo te amo aunque no sea cierto. Necesito saberlo. Haz que sienta mi corazón, hazlo que vuelva a palpitar, que vuelva a sentir, que se sienta amado, que se sienta realizado, que te sienta a ti.

Mientras escribo esto sale una lágrima de mi ojo, recorren mi mejilla izquierda, dobla mi mandíbula, y cae al suelo…la observo y veo como se desvanece. Ahora no es sólo una sino varias lagrimas acompañadas de sollozos y suspiros. Desearía un abrazo de él en este preciso momento, necesito que me diga que todo va a estar bien sólo porque estamos juntos. Necesito hacerle saber que aunque él me haga daño yo lo seguiré amando por más que me duela el corazón

FCMA

sábado, 25 de septiembre de 2010

Me llamo Daniel

Ahora mismo debería estar leyendo un capítulo de derecho de las obligaciones civiles que trata sobre los elementos de validez de las mismas obligaciones, la verdad es que no quiero hacerlo y por eso abrí un documento nuevo para hacer lo que desde hace mucho tiempo debí haber hecho.


Mi nombre es Daniel, si alguien me preguntara cómo me definiría definitivamente contestaría: pesimista. La verdad es que esto se trata de un tipo presentación con matices que al parecer son obvios, mas yo sé que para los demás resulta muy complejo comprenderlos. Siempre me ha gustado ser el segundo lugar, el malo de la película, el que pierde en el último segundo, el distinto de los demás, al que no le gustan las medallas ni los reconocimientos, el que se siente inconforme por haber ganado algo puesto que siente que no lo merece

Nací en el Distrito Federal bajo el cobijo de una familia acomodada económicamente. Mi padre es abogado y mi madre trabaja para una empresa mexicana. La verdad es que mi niñez fue parecida a la de los demás, tengo un hermano cinco años mayor que yo al que no lo puedo bajar de su pedestal puesto que es mi ídolo. Siempre he estudiado en escuelas de corte católico mas eso nunca ha influido en mi modus vivendi. Regresando a la cuestión de la infancia digo que fue parecida a la de los otros pero no igual. Sé jugar muchos deportes que implican pelotas o balones pero no sé andar en bici ni nadar. Veía caricaturas y jugaba con mis vecinos y cuates de la escuela a todo. Mis abuelos representan lo que soy en la vida, ellos fueron los que me mostraron lo que es bueno y lo que no es. En algún tiempo tuve mis dotes de rebeldía y aún sabiendo lo que era malo lo hice para ver qué se sentía. La verdad es que debo decir que era un niño mimado que tenía todo lo que quería.

Desde niño comencé con lo que para mí ha representado un problema: la sinceridad. Distintas personas, incluyendo mis padres, me han dicho que a veces represento una dureza oral como las que muy pocas personas tienen, pero para acabarla de joder comencé con ese concepto de sinceridad aunado con unos dotes de soberbia y burla. A veces cuando me levanto por las mañanas me pregunto a manera de introspección si realmente alguna vez alguien puede llegar a conocerme bien (cuestión que hasta la fecha no se ha materializado), algunas veces me digo que eso sería imposible. Poseo un espíritu crítico desarrollado que hasta ahora se convirtió en jodedor, me gusta hacer quedar mal a las personas que lo merecen, me llena de satisfacción hacer titubear a las personas que no me caen bien, entre mucho otros defectos.

Mi vida se ha divido en etapas muy marcadas, unas más dolorosas que otras. Creo que me gusta hacer de mis actos una tragedia en la cual sufro demás por el simple hecho de hacerlo o saber a qué sabe ese nuevo dolor. Mis relaciones interpersonales de noviazgo han sido complejas puesto que si bien conozco lo que es el amor, no lo domino a plenitud. Las de amistad son mi segundo motor, tengo muy buenos amigos y es ahí donde quería llegar. Mi personalidad se basa en la apertura a todo tipo de personas, así como tengo amistades con altos alcances políticos también tengo amigos que dentro de sus currículas está haber vendido café.

En cuestión de gustos, la verdad es que si bien parecieran homogéneos no lo son, hablando de música opté por la pluralidad de géneros. Sé un tanto de electro, de hip-hop, de drum n bass, de house, de techno, de psy trance, de rock, de pop, de folk, de trip-hop, de banda, de reggaetón, de norteño, reggae y demás géneros.

Desde niño he tenido la vocación de sentarme a escribir lo que observo, toda mi vida se ha desarrollado a través de la observación cansada. Pareciera que soy una persona distinta a los demás pero no, la verdad es que me considero más corriente que común. Tengo un lenguaje con pocas palabras, un tanto complejo porque me gusta hacer que los que me oyen tengan dificultades y me gusta que los que escuchan se sientan atraídos por el discurso. Cuando hablo con el corazón mi volumen se reduce a la intimidad y cuando fanfarroneo me quedo sin hablar. La verdad es que casi no me gusta aportar puesto que si bien sé que mis comentarios son totalmente subjetivos, para mí representan la objetividad misma y me vale lo que los demás piensen o sepan, salvo algunas excepciones excepcionales.

Creo que ahora me corresponde hablar de mi juventud, o mas bien, de la secundaria. Como preámbulo, mi primaria fue la de un niño bien con calificaciones altas, que hacía caso a sus papás y abuelos etc.…pues para la secundaria cambié de manera radical, cuando niño solía reírme y sonreírle a los demás, hacer bromas con mi nana, acompañar a mamá a todos lados y asentir a todas las ordenes que me eran dadas. Llegó la secundaria y comenzó la etapa de la seriedad en el deporte, de los entrenamientos a 35 grados centígrados, de las concentraciones previas a los juegos, del rigor de ser el mejor. Además, vino el desarrollo físico y con él los primeros músculos forzados, las piernas fuertes y los engreimientos. Mis padres se separaron, cuestión que forjó en mí un nuevo carácter. Llegó la seriedad, el traje, la corbata, la etiqueta, los abrigos y demás cuestiones que estaban realmente adelantadas a mi situación de secundaria.

Cambié de institución educativa y llegó a mí el arte. La cuestión de la contemplación, el deporte visto como actividad complementaria, las fiestas chafas donde un six-pack era una novedad y ahí fue donde encontré el equilibrio perfecto en mí. Ya me sabía comportar de manera óptima en cualquier clase social y en cualquier escenario. Conocí muchas personas de todo tipo…delincuentes, doctores, trabajadores, artistas todo.

Como bien decía arriba llegó el arte, pero no arribó solo. Lo hizo junto con nuevas amistades que me enseñaron a disfrutar la vida. Me mostraron el CARPE DIEM. Para mí era insólito y novedoso llegar a casa de mis amigos, que cabe resaltar que todos estábamos en la misma situación de los papás separados, tomar del refrigerador lo que quisiera y comenzar a dilucidar sobre lo innecesario de las cuestiones materiales, de la música moderna, de tal libro, de tal persona. Obviamente cada uno tenía una personalidad diferente, pero existió algo que nos unió a todos y no fue nuestra situación familiar ni el alcohol sino las drogas.

Nos considerábamos seres diferentes a los demás porque nosotros sabíamos expandir nuestros sentidos de la mejor manera. Unos lo hacíamos escribiendo, otros hicieron música y sólo uno se atrevió a pintar lo que sentía. En fin, decidimos que el uso de drogas no era necesario para las actividades que realizábamos. Seguimos con el alcohol pero a diferencia de muchos a mí me gustaba sentarme en una cama y hablar con mis amigos sobre cualquier tema mientras disfrutábamos de un barato Bacardi blanco.

Use drogas y me tomé hasta el agua de los floreros para después darme cuenta que era un estupidez hacerlo y que posible y seguramente sólo era algún tipo de refugio a mis problemas. Dejé mis cuestiones artísticas y llegó la preparatoria donde sólo me reafirmaron que yo estaba destinado a dirigir al país y que si no tenía una actitud de perfección no llegaría nada lejos. Regresaron las corbatas y las mancuernillas, los modales adoptados y fingidos y mis nuevas amistades.

Con ellos me percaté cómo es que funcionan las altas estructuras, cómo relacionarse con las personas que aparentemente nada tenían que ver conmigo. Para ese entonces estaba preparado para lidiar con cualquier cosa menos conmigo. Me di cuenta que estaba viviendo por otros y que el concepto de Daniel estaba olvidado hasta que conocí a la mejor amiga que pude haber encontrado. Evito nombres y escenarios pero lo que no puedo evitar es que si no nos hubiéramos conocido seguramente ahora sería uno como casi todos lo demás. Con ella se redefinieron conceptos espirituales y cuestiones muy trascendentales para mí y aburridas para los demás.

Sufrí una crisis mal llamada existencialista porque yo lo decidí de esa manera, mas tenía un isómero que pasaba lo mismo que yo al mismo tiempo. Nunca fuimos ni seremos pareja puesto que nos sabemos imposibles para el otro. Me preguntaba qué conmigo de una manera muy concreta…pasó mucho tiempo para que dejara esas situaciones, me resultaba complejo y desgastante responderlas y sólo las dejé ir.

Terminé mi bachillerato y me separé de mi familia porque la verdad no me sentía cómodo con ellos, llegué a una ciudad nueva en donde las cosas eran distintas. Comencé a estudiar la licenciatura que curso sólo porque sé que ahí me van a pagar muy bien y porque es más que obvio que tengo varios trabajos asegurados. Trato de hacer lo mejor día a día, con o sin actitud hago las cosas por repetición, me aburro de todo y así seguiría siendo sino hubiera encontrado mi verdadera vocación.

Ahora que vivo en León no salgo al bar ni al café ni mucho menos al antro. Me encierro en mi departamento, abro una o dos cervezas y me pongo a escribir o a leer, algunas veces veo una película puesto que las ondas del trabajo me tienen agobiado. Parece necesaria una compañía porque mi hermano anda en sus ondas y mis amigos parecen estar interesados en otras cuestiones totalmente ajenas a mis gustos.

Interesante o no me llamo Daniel y de lo que acaban de escuchar o de leer ustedes sabrán dilucidar qué es verdad y qué es mentira, o qué prefieren que sea verdad o qué eligen que sea falaz.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Mis cartas

Tenía nueve años, andaba más o menos por cuarto quinto de primaria. Como todos los demás niños veía Dragon Ball y comía Cheetos que para ese entonces costaban 1.50. Tenía mi grupito de amigos a los que todavía recuerdo con mucho gusto e igualmente recuerdo muchas cosas que jamás podré olvidar como las tardes sabatinas maratónicas que pasábamos jugando Mario además de las tardes de media semana jugando fútbol en la cancha de la escuela o nuestra afición a la maestra de computación. Ahora que lo escribo me acuerdo, rio y sonrío.


Se acercaba el 14 de febrero, para algunos de nuestros compañeros era una fecha clave ya que por ahí se estaban cocinando unas relaciones de noviazgo que para nosotros no significaba más que una putada porque hasta ese momento las mujeres de nuestra edad, mas bien niñas no significaban casi nada. A la mensa de la maestra se le ocurrió que para ese día le escribiéramos una cartita a alguna compañera que “nos gustara”. Ey momento ¿Que a mí me gustara una del salón? Ni madres, a mí me gustaba la de computación. Francamente unas tres semanas antes de la fecha clave yo me encontraba realmente nervioso puesto que veía que casi todos los demás ponían cartitas y más cartitas en la caja y yo nada que me atrevía a hacerlo. Inclusive el más teto de los del salón echó su cartita y todos sabíamos a quién iba dirigida esa cartita.

El teto del salón acababa de llegar a la escuela en ese grado, seguramente hubiera sido uno más sino es que al muy babas se le hubiera ocurrido declarársele a la bonita del salón, osea a Stephany. Ella era una niña que apantallaba, que a sus doce años todavía iba en la primaria porque había reprobado una o dos veces tercero. Para su edad ella parecía saberlo todo de todo de todo. No había tema en el que no metiera su cucharota, tal vez porque ya salía con los de la secundaria o porque había pasado tanto tiempo en la primaria que ya conocía las mañas de las misses.

Nosotros como amigos gozábamos de una reputación de niños de nueve, nunca de diez ni de diplomas por nuestras indisciplinas, además todos aparentábamos estar bien educados, solíamos estrechar manos de manera fuerte, decir los buenos días a todas las personas y pendejadas de clase media. Faltaban dos semanas para el pinche 14 y yo sin una cartita, pasó el lunes, pasó el martes y llegó el miércoles. Ese mismo día en la tarde se me ocurrió una idea magnífica, grande, compleja, completa, infalible e inflamable por así decirlo. Por la mañana la cajita esa tuvo que ser suplida por una mucho más grande puesto que las cartitas eran demasiadas y ya no cabían así es que me dije a mí mismo: ¡Ey ahí está la oportunidad! Se me ocurrió juntar a los cuates y proponerles escribir unas diez cartas a todas las niñas del salón a nombre del teto, como esas serían a compu pues nadie iba a saber quién las había escrito, nadie más que nosotros.

Esas cartas habían sido escritas en su mayoría por mí y revisadas por todos los demás el sábado siguiente mientras juagábamos Smash Bros. Tenían un contenido muy de secundaria, la verdad es que personalmente había vomitado todo lo que tenía que decirle a la maestra de informática a través de las cartas esas, por supuesto en ninguna de ellas les proponía matrimonio o algo semejante sino que les hacía ver los hermosas que ellas resultaban para mí, o mas bien para el teto puesto que el autor era él y nadie más.

Los cuates estaban sorprendidos de cómo es que había redactado todo eso, por mi parte aparentaba lo mismo cuando leía lo que ellos había escrito. El lunes siguiente pasó todo lo que tenía que pasar: matemáticas, historia, español, inglés y por supuesto las piernas largas de la maestra de informática. Para mi sorpresa antes de que terminara español la miss Martha me dijo que quería hablar conmigo. Yo estaba pensando lo peor, creía que “mis amigos” me habían traicionado, me preguntaba cómo me iba a zafar de esa y no se me ocurría otra que pensar en mi mamá sentada en la oficina de la directora. Sonó la campana que anunciaba el recreo y la maestra me detuvo, insegura y rápidamente le pregunté a la maestra que si sucedía algo. Ella sólo me dijo que notaba en mí cierta pena por la onda de las cartitas. Yo con el semblante restablecido le dije que no pasaba nada sólo que no tenía a quién dársela porque yo tenía mi novia en el club (cosa totalmente falsa). La miss Martha me respondió que sólo se trataba de una actividad escolar y que tenía que participar de algún modo, al final me obligó a escribirle una carta a ella para que no dejara de ser parte del grupo, cuestión que en sí me valía madres.

Salí al recreo y todos me preguntaron qué era lo que había pasado y yo respondí como hasta ahora lo hago: Nada. Ese mismo recreo planeamos cómo íbamos a poner las cartas dentro de la caja. Tuvimos que hacernos aliados de Lazarito, que en ese entonces era el conserje y arbitro de los encuentros futbolísticos intramuros. Él nos dejó subir al salón supuestamente por dinero para comprar algo en la cafe y así era puesto que al idiota de Coello se le había olvidado y nadie de nosotros traía para prestarle, así ese instante se volvió el perfecto para que sacara las cartas de mi mochila y las pusiera dentro de la caja. Subió y bajó como en cinco minutos con excelentes noticias LAS CARTAS ESTABAN EN LA CAJA.

Una semana más y llegaba el 14, todos en la secundaria estaban preparando los chocolates y los globotes esos que no sabía cómo se llamaban. A los poco racionales se les ocurrió la idea de decirles a unos que se creían músicos de la prepa que si podían tocar algo semejante a una serenata a alguien en especial a cambio de diez pesos…por mí parte llegué el día martes con un dolor de estómago fatal debido a los nervios que sentía porque ya traía mi cartita dirigida a la miss. Fue hasta antes de medio día que me atreví a levantarme de mi banca, sacar la carta de mi mochila, guiñarle el ojo a la miss, ver la cara de incredulidad de mis compañeros y depositarla dentro de la caja. Misión cumplida.

Llegó el 14 de febrero, en todos los semáforos vendían corazones gigantes con leyendas propias al día, chocolates, ositos de peluche de mal gusto y un chingo de cosas más. Llegué a la escuela en inmediatamente subí al baño porque ahí suponía ser el lugar de encuentro de todos nosotros. Todos teníamos cara de preocupación, sabíamos que algo iba a salir mal. El viernes anterior la miss había dicho que íbamos a dar las cartas hasta después del recreo para que no anduviéramos distraídos en clase, eso nos daba tres horas más de alivio. Comenzó el recreo y ninguno de nosotros sabía qué hacer puesto que estábamos realmente nerviosos por ver la cara del teto o mas bien la nuestra.

Terminó el recreo y nos formaron para que subiéramos a nuestros respectivos salones. Distancia por tiempos 1 2 3. Media vuelta por tiempos. 1 2 3. Marchamos hasta nuestros salones y comenzó nuestro pase a la dirección. Para nuestro alivio llegaron los fresas de la prepa y cantaron a manera de serenata unas seis canciones, todas habían sido para Stephany menos una, esa una había sido para la más fea del salón de parte del teto (a otro se le había ocurrido mi idea).

Ahora sí había llegado el momento de la verdad. Comenzó la repartición de las cartas, la mugre Steph tenía un montonal de ejemplares, unas hasta tenían fotitos y dibujos chafas de paint. Siguió la maestra con su voz anti-angelical entregando de manera burlona los sentimientos de todos nosotros, para mí hubiera sido perfectamente normal si no hubiera recibido ninguna carta puesto que no tenía ninguna conquista y para los cuates esas eran mariconadas. Pues ya a la mitad de la cajita comenzó la debacle, sorpresivamente tenía 6 cartas en mi poder…la verdad es que no podía saber de quiénes eran puesto que me hubiera visto como una niña frente a mis amigotes mas me comía la impaciencia por saber quiénes eran aquellas a las que les parecía guapo o simplemente quién me quería brindar su amistad.

No me aguanté y mientras el monstruo ése seguía burlándose de nosotros abrí una carta a escondidas. Todavía recuerdo lo que decía aquella carta llena de faltas de ortografía pero con una caligrafía que daba envidia, obviamente y por cautela no debo transcribir lo que en ella decía, ahora sólo puedo decir que era del teto. En resumen nos había mandado a todos nosotros una carta diciéndonos que quería ser nuestro amigo y que haría lo que fuera por serlo, obviamente nosotros no estábamos dispuestos a pedirle nada. Terminó la entrega y resultó que el teto le había mandado cartas de amor a casi todas las compañeras, él bajó la cabeza, se tapó la cara y comenzó a llorar sin que ningún consuelo pudiera ayudarle. Mientras lloraba, gritaba que él no había hecho eso, decía que sólo nos había escrito a nosotros para que lo aceptáramos como amigo.

La maestra arrepentida de la dichosa cajita comenzó a darnos un sermón que a mí sí me pegó hasta el fondo, nos dijo el porqué teníamos que desenmascarar al cobarde que había hecho eso puesto que de lo contrario a todos nos correrían de la escuela. Para nuestro infortunio lo que significaba un secreto de amigos, se había convertido en un secreto a voces. Seguro alguno de nosotros había dicho algo para vanagloriarse a sí mismo. Así fue como fuimos a parar con la temible miss Yola. Ella era la peor de todas las maestras, era un sinónimo de suspensiones y reportes. Nos interrogó uno por uno tipo ministerio público y no encontró falsedad en nuestras declaraciones, todos dijimos lo mismo a nuestro favor.

Ya eran casi las dos de la tarde y eso significaba que teníamos que ir al entrenamiento, sólo así nos dejaron ir puesto que para la escuela hacer deporte significaba un pilar importante para la formación integral. Salimos del entrenamiento cada quien se fue a su casa. Ya en mi habitación abrí las cartas que no había abierto, al final supe que le parecía bonito a 3 compañeras de otro grado. Al otro día en la mañana ni siquiera nos dejaron entrar a clases e inmediatamente siguieron preguntándonos por las dichosas cartas, para nuestra suerte todos seguimos en nuestro dicho. Pasaron los cuestionamientos e inmediatamente mandaron llamar a la dirección al teto, él habló con la miss Yola y acordaron seguir investigando quién había sido el que había tramado el malévolo plan. Siguieron los días y con ellos nuestro nerviosismo pues seguían indagando acerca de las cartas, eso no paró hasta que la travesura llegó hasta oídos del padre y él reunió a los directores de todas las secciones. Mientras platicaban acerca del tema, fueron interrumpidos por uno de los que estaban tocando las serenatas. Él explicó que había hablado con un niño de primaria y que él le había dicho que le tenía un preparadas un par de bromas al teto porque simplemente le caía mal, una de ellas constaba en darle una serenata a Steph a su nombre y la otra era una sorpresa. De manera inmediata la miss Yola supo entender y entrelazó que el que había planeado y ejecutado todo eso había sido Gutiérrez, del que sólo esperaba una acción de este tipo para correrlo de la escuela.

Así fue como Gutiérrez negaba y negaba lo de las cartas hasta que no le quedó mas que aceptarlo ya que de manera contraria no se le daría la carta de buena conducta que tanto pedían para entrar a otra escuela. El teto ya se sentía tranquilo y relajado puesto que todas las niñas sabía que había sido Gutiérrez el que había tramado todo. Pasó el huracán y habíamos salido vivos pero no todo había quedado bien puesto que esa amistad se rompió ya que tres de mis amigos se había ido de la ciudad abandonándonos.

Llegó el siguiente año, y con él las libretas nuevas, los cuadernos profesionales, una nueva libreta de tareas, el nuevo uniforme, y las nuevas amistades…ahora el teto ya era parte de nuestro grupo, la miss de computación se había casado, la miss Yola había ascendido de puesto, el equipo de soccer cada vez iba mejor, mis papás se estaban separando, mi hermano iba a la preparatoria y yo todavía no tenía novia

martes, 7 de septiembre de 2010

Todavía te amo

En repetidas ocasiones me han dicho que aparento no sentir ningún tipo de emoción, algunas personas creen que yo no sé querer a nadie y mucho menos amar a alguien. Ellos tienen sus puntos de vista sobre mí y sobre mi persona, mismos que quizá sean más válidos que los que yo hago de mí puesto que dicen que no es lo mismo ver las cosas desde la tribuna.

Cuando tenía 32 meses de vida comenzó mi vida estudiantil, era un niño que ya sabía ir al baño solo, que se limpiaba “las narices” (como decía mi nana) de manera incorrecta, que tiraba la piedra y escondía la mano, que le tenía miedo a la lluvia y a los truenos, que se alocaba cuando veía a mamá, que le pedía los brazos a su abuela, que veía el 5 a todas horas, que comía papitas de a tres pesos…quizá ese niño al que describo puede ser cualquiera, sólo que hay una gran diferencia entre los demás y yo: Yo a mis 20 años sigo enamorado de la miss Mónica.

Recuerdo perfectamente a mis otros compañeros y compañeras de clase, todos ellos eran más grandes y más altos, eso me convertía en el chiquito de la maestra, en el niño bonito al que peinaban de ladito, en el pequeñín que se quedaba dormido en clase. Quizá ese enamoramiento del que hablo no signifique sino una idiotez o algo similar, para mí la miss de primero lo era todo. Significaba mi mami de las nueve a las doce, era la amiga con la que platicaba en el recreo y con la que compartía juguito y papitas.

Sin saberlo sentía maripositas en el estómago cuando la veía, ¿qué significarían esas condenadotas mariposas? No lo supe sino hasta que fui joven, hasta ese momento entendí que en la vida hay amores que nunca se podrán olvidar y para mí la miss fue el primer amor de mi vida. Ahora que hago memoria alcanzo a recordar un par de días muy especiales, el primero de ellos era un típico lluvioso del Distrito Federal, me acuerdo muy bien que había un pasillito para que los niños no se mojaran, para mi poca fortuna yo no conocía ese corredor y me fui caminando hasta mi salón bajo la lluvia incesante hasta que apareció mi heroína corriendo como lo hace un velocista de cien metros planos hacía mí con una sombrilla para que no me mojara, una vez abierta la sombrilla me tomó de la mano, esbozó una sonrisa y su mano izquierda se hizo dueña de toda mi espalda.

El segundo día fue uno de los mejores en mi vida. Como yo pretendía ser un bebé que hablaba y caminaba obviamente me quedaba dormido casi al finalizar las clases. Sonaba el timbre que anunciaba el fin del día escolar y yo no sé si pretendía quedarme dormido o realmente lo hacía. Todos los demás salían formados para esperar a su mamitas, pero yo no. Yo me quedaba recostado en mi pupitre de madera hasta que la miss me tomaba entre sus grandes brazos y me cargaba hasta que mi mamá llegara por mí, eso sucedió una vez o quizá mil veces.

Ahora vivo con el recuerdo de sus brazos, pienso en ese olor tan peculiar que no tenía nada que ver con maestras, trato de rehacer su cara en mi cabeza y cada noche pienso en ella y cuando despierto pienso en ella no restándome mas que decir que todavía la amo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Tras una objetividad totalmente subjetiva

Hace pocos días tuve una conversación agradable con una amiga. Dentro de la plática discutimos acerca del sentimiento de muerte, de la muerte espiritual antes de la muerte somática, de cómo es que nos aferramos a las personas sin ningún sentido de manera egoísta, de nuestro sentir y estar en aquellos días y del tema que ahora me tiene con muchas ideas dándome vueltas a todas horas, esto es: la subjetividad.

Corrieron las horas como lo hace un marchista mexicano en las olimpiadas, es decir, apresuradas, con mucha técnica y clase. Seguimos discutiendo sobre cuestiones que en ese tiempo no aparentaban tener una importancia radical en nuestro pensamiento. Ella hablaba y yo seguía, nos interrumpimos de manera abrupta, negamos la afirmación del otro en variadas ocasiones hasta que finalmente llegamos al tema más subjetivo de todos…la subjetividad misma.

Personalmente casi siempre suelo oír a las personas, en muy pocas ocasiones las escucho. Sólo cuando el emisor del mensaje comienza con un volumen alto es cuando atrae mi atención sino lo hace tengo que conocerlo para saber que no necesita gritar para emitir un mensaje de calidad. Pues bien, ella tomó una postura que me atrajo de inmediato, sentenció con una seguridad impactante…le di vueltas al mensaje, una, dos y tres. ¡Ella tenía razón!, mientras mi amiga seguía con dicha afirmación yo mantenía mi postura de sumisión ante su dicho. Prosiguió y terminó, cuando finalizó lo hizo con la peor de las oraciones que uno puede decir tras una afirmación, esto es: Bueno, eso es lo que yo creo.

Por supuesto que hice mi cara de prepotencia e inmediatamente le dije: Oye, te tengo que decir algo…pensé en decirle que toda su oración no había valido la pena puesto que la había efectuado de la manera incorrecta pero tras un impulso decidí decirle que era una cobarde puesto que lo que había enunciado era verdadero y correcto mas su última oración había echado todo a la basura. Desde aquel entonces me he estado preguntando constantemente sobre la subjetividad y la objetividad y obviamente dónde es que podemos encontrar la línea que divide o separa a ambas.

Se dice que se es objetivo cuando se tiene un sustento o una base con la cual se pueda comprobar lo que estamos diciendo. ¿Será objetivo lo no comprobable? Qué si lo que estoy pensando no tiene ningún medio para comprobarlo mas yo sé que tengo toda la razón porque mis experiencias a apriorísticas me dictan la verdad. La onda de la subjetividad pertenece al individuo, que, en su misma unidad cree y crea escenarios donde puede desarrollarse personalmente. Los escenarios no son comprobables, pero como única unidad se torna totalmente subjetivo.

Esa subjetividad de la que hablo arriba es la base para todas las objetividades puesto que sin la primera no existiría la segunda como una colectividad. Lo que considero prudente es que debemos bajar de su pedestal a lo objetivo reduciéndolo a lo personal, es decir, hacer que nuestro pensamiento se vuelva objetivo ante los demás y obviamente ante nosotros aunque no lo sea porque sólo así (de manera inconsciente) te predispones a hacerla de sofista con un argumento que no sólo aparenta más fuerza que el del otro sino que lo demuestra.